14 marzo 2007

 

El mito de los biocombustibles

- Recientes estudios sobre los impactos causados por los combustibles fósiles contribuyeron a poner el tema de los biocombustibles en el orden del día. La aceleración del calentamiento global es un hecho que pone en peligro la vida del planeta. Sin embargo, hay que desmitificar la principal solución que actualmente es difundida a través de la propaganda sobre los supuestos beneficios de los biocombustibles.

En contrapunto a esta idea, la profesora Madre-Wan - Ho, de la Universidad de Hong Kong, explica que: "Los biocombustibles están siendo considerados erróneamente como 'neutros en carbono'. Se ignoran así los costes de las emisiones de CO2 y de energía de fertilizantes y pesticidas utilizados en las cosechas".

Un estudio del Gabinete Belga de Asuntos Científicos muestra resultados semejantes. "El biodiesel provoca más problemas de salud y ambientales porque crea una contaminación más pulverizada, libera más contaminantes que promueven la destrucción de la capa de ozono".

La soja es presentada por el gobierno brasileño como el principal cultivo para obtener el biodiesel. "El cultivo de la soja despunta como la joya de la corona del agronegocio brasileño”, afirman investigadores de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (EMBRAPA, en portugués).

En este contexto, el papel de Brasil sería suministrar energía barata a los países ricos, lo que representa una nueva fase de la colonización. Las actuales políticas para el sector son sustentadas en los mismos elementos que habían marcado la colonización brasileña: apropiación de territorio, de bienes naturales y de trabajo, lo que representa mayor concentración de tierra, agua, renta y poder.

Se estima que más de 90 millones de hectáreas de tierras podrían ser utilizadas para producir biocombustibles. Además, la "eficiencia" de nuestra producción se debe a la disponibilidad de mano de obra barata y hasta incluso esclava. Esas características son difundidas por órganos gubernamentales y por algunos intelectuales, que fabrican la idea de que la producción de agroenergía traería grandes beneficios.

"Nuestro país posee la mayor extensión de tierra del mundo que todavía puede ser incorporada al proceso productivo", afirman investigadores de EMBRAPA. Ellos estiman que la producción de biomasa "podría ser el más importante componente del agronegocio brasileño". En relación a la expansión de la producción de etanol, concluyen que hay la "posibilidad de expansión de la caña de azúcar a casi todo el territorio nacional".

Brasil produce actualmente 17 mil millones de litros de alcohol por año. Según el - Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES, en portugués), serían necesarios más de ocho mil millones de litros solamente para atender el mercado interno. Por lo tanto, el Banco prevé que Brasil deberá expandir su producción a otros países. Con la pretensión de controlar el 50% del mercado mundial de etanol, el BNDES estima que Brasil debería llegar a producir 110 mil millones de litros por año.

"Sólo en la región del ´cerrado´, pueden estar disponibles, en los próximos años, para plantaciones de granos, más de 20 millones de hectáreas", revela un informe de la – EMBRAPA. En el Noreste, según los investigadores, "solamente para la papaya hay un área de tres millones de hectáreas apta par el cultivo". Ellos afirman también que "La Amazonia brasileña posee el mayor potencial para plantaciones de aceite de palma en el mundo, con un área estimada de 70 millones de hectáreas".

Sin embargo, este producto es conocido como el "diesel de la deforestación". La producción masiva del aceite de palma (como es conocido en otros países) ya causó la devastación de grandes extensiones de bosques en Colombia, Ecuador e Indonesia. En Malasia, el mayor productor mundial de aceite de palma, el 87% de los bosques han sido devastados.

Brasil puede también cumplir la misión de legitimar la política externa del gobierno estadounidense. En una visita a Brasil, en febrero de 2007, el subsecretario de Estado, Nicholas Burns, afirmó que "La investigación y el desarrollo de biocombustibles pueden ser el eje simbólico de una asociación nueva y más fuerte entre Brasil y Estados Unidos". Los dos países controlan el 70% de la producción mundial de etanol. Recientemente, en respuesta al impacto de este tema en la sociedad, el gobierno Bush anunció que pretende reducir el consumo de petróleo en 20%. Según Burns, "La energía tiende a distorsionar el poder de algunos Estados que nosotros creemos tienen un peso negativo en el mundo, como Venezuela e Irán". (Folha de S.Paulo, 7 de febrero de 2007).

La expansión de la producción de bioenergía es de gran interés para empresas de organismos genéticamente modificados, que esperan obtener una mayor aceptación del público difundiendo los productos transgénicos como fuentes de energía "limpia".

"Todas las empresas que producen cultivos transgénicos - Syngenta, Monsanto, Dupont, Dow, Bayer, BASF - tienen inversiones en cultivos concebidos para la producción de biocombustibles, como el etanol y el biodiesel. Tienen, además, acuerdos de colaboración con transnacionales como Cargill, Archer, Daniel Midland, Bunge, que dominan el comercio mundial de cereales”, explica Silvia Ribeiro, investigadora del Grupo ETC de México.

Según Eric Holt-Gimenez, coordinador de la organización Food First, "Tres grandes empresas (ADM, Cargill y Monsanto) están forjando su imperio: ingeniería genética, procesamiento y transporte, una alianza que va a encadenar la producción y la venta de etanol. Y añade que otras empresas del agronegocio como Bunge, Sygenta, Bayer y Dupont, aliadas a la transnacionales de petróleo como Shell, TOTAL y British Petroleum, y también a las automotrices como Volkswagen, Peugeot, Citroen, Renault y SAAB, forman una sociedad inédita que espera grandes ganancias con los biocombustibles.

Experiencias de los pequeños agricultores en el Noreste dedicados a la siembr de la papaya demostraron el riesgo de dependencia hacia las grandes empresas agrícolas, que controlan los precios, el procesamiento y la distribución de la producción. Los campesinos son utilizados para legitimitar al agronegocio, a través de la distribución de certificados de "combustible social". La expansión de la producción de biocombustibles pone en peligro la soberanía alimentaría y puede agravar profundamente el problema del hambre en el mundo. En México, por ejemplo, el aumento de las exportaciones de maíz para abastecer el mercado de etanol en Estados Unidos causó un aumento de 400% en el precio del producto, que es la principal fuente de la alimentación de la población.

Silvia Ribeiro alerta que "ahora son los automóviles, no las personas, los que demandan la producción anual de cereales. La cantidad de granos que se exige para llenar el depósito de un camión con etanol es suficiente para alimentar una persona durante un año".

Discutir sobre las nuevas fuentes de energía debe llevar, en primer lugar, a descubrir al servicio de quien estará esta nueva matriz. La construcción de una nueva matriz energética debe tener en cuenta quien será el beneficiario y a qué propósito servirá.

La mayor responsabilidad por el calentamiento global la tienen justamente las grandes empresas que destruyen los bosques y contaminan el medioambiente, las mismas petroleras, automotrices, agrícolas, entre otras, que pretenden lucrar con la bioenergía. (Traducción ALAI)

- Edivan Pinto y Marluce Melo son miembros de la Comisión Pastoral de la Tierra Regional Nordeste de Brasil. Maria Luisa Mendonça integra la Red Social de Justicia y Derechos Humanos.

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Servicio Informativo "Alai-amlatina"
Agencia Latinoamericana de Informacion - ALAI

09 marzo 2007

 

Día Internacional de la Mujer: en lucha por la soberanía alimentaria


A principios del siglo XX, las luchas emancipadoras de las mujeres cobraron mayor visibilidad. Eran tiempos de transformaciones sociales y políticas y las mujeres comenzaban a movilizarse por sus derechos, entre los cuales el sufragio femenino. En 1911 se celebró el primer Día Internacional de la Mujer y en 1975 la Asamblea de las Naciones Unidas reconoció formalmente el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer.

Desde entonces hasta ahora la mujer ha ido cobrando cada vez mayor conciencia, participando en las diversas luchas sociales y aportando otra mirada, otra energía. Quiere dejar de ser víctima para convertirse en protagonista de su historia y de la historia de la humanidad, que se enfrenta al avance cada vez más feroz de los grandes negocios que mercantilizan desde el oxígeno hasta los genes.

El año pasado destacábamos la acción de dos mil agricultoras brasileñas de Vía Campesina que, conmemorando el Día Internacional de la Mujer, destruyeron millones de plantines de eucaliptos de la empresa celulósica Aracruz Celulose, cerca de la ciudad de Porto Alegre. La lucha contra el “desierto verde”, en referencia al avance de los monocultivos de eucaliptos con destino a producción de celulosa, significa una lucha contra la destrucción ambiental, el desempleo y la pobreza en el campo. Las mujeres bien saben, por sufrirlo en carne propia, que la ocupación de tierras por las grandes empresas implica la destrucción de la agricultura campesina, y ellas, que trabajan principalmente en la producción de alimentos y cría de animales para consumo familiar y local, son las primeras excluidas.

Este año, y volviendo a marcar camino, cerca de 1.300 mujeres de Via Campesina realizaron cuatro ocupaciones de tierras en el Estado de Rio Grande do Sul en la mañana del 6 de marzo en el marco de la Jornada Nacional de Luchas de las Mujeres de Vía Campesina. Las mujeres marcharon bajo el lema de “Mujeres campesinas en lucha por la soberanía alimentaria y contra el agronegocio” y ocuparon tierras de las empresas celulósicas Aracruz, Votorantim, Stora Enso y Boise. Las plantaciones de eucaliptos de las cuatro empresas ocupan más de 200.000 hectáreas en el Estado de Rio Grande do Sul, tierras que podrían dar cabida a 8.000 familias y proporcionarles trabajo, ingresos y una vida digna en el campo.

A nivel internacional, el foro para la soberanía alimentaria recientemente realizado en Malí, Africa también ha sido un paso en ese sentido. Una declaración de mujeres presentes en el Foro señala: “Nos hemos reunido en Selingué (Malí) en el marco de Nyéléni 2007 para participar en la construcción de un nuevo derecho: el derecho a la soberanía alimentaria.”

“Las mujeres, creadoras históricas de conocimientos en agricultura y en alimentación, que continúan produciendo hasta el 80% de los alimentos en los países más pobres y que actualmente son las principales guardianas de la biodiversidad y de las semillas de cultivo, son las más afectadas por las políticas neoliberales y sexistas. Sufrimos las consecuencias dramáticas de tales políticas: pobreza, acceso insuficiente a los recursos, patentes sobre organismos vivos, éxodo rural y migración forzada, guerras y todas las formas de violencia física y sexual. Los monocultivos, entre ellos, los empleados para los agro-combustibles, así como la utilización masiva de productos químicos y de organismos genéticamente modificados tienen efectos negativos sobre el ambiente y sobre la salud humana, en especial, sobre la salud de la reproducción”. Y agregan: “Estamos movilizadas. Luchamos por el acceso a la tierra, a los territorios, al agua y a las semillas”.

En este simbólico Día Internacional de la Mujer y desde nuestra defensa de los bosques y la resistencia al avance de los monocultivos de árboles que usurpan tierra y soberanía e hipotecan la vida futura, nos sumamos a la lucha de las mujeres por encontrar nuevas fórmulas productivas, nuevos valores socioeconómicos que permitan que, como seres humanos, recuperemos nuestra pertenencia a la naturaleza y en tal sentido la tratemos con el debido cuidado. En este mundo patriarcal que ha marchado en son de guerra, quizás sea hora de dejar fluir el imaginario femenino con la esperanza de que pueda cambiar el curso de los acontecimientos. Que aporte a la búsqueda de principios de respeto, de igualdad, de justicia, de solidaridad, de paz y de libertad.

Movimiento Mundial por los Bosques

Maldonado 1858 - 11200 Montevideo - Uruguay
tel: 598 2 413 2989 / fax: 598 2 410 0985
wrm@wrm.org.uy

http://www.wrm.org.uy


02 marzo 2007

 

Declaración de Nyéléni


Adital - Nosotros y nosotras, los más de 500 representantes de más de 80 países*, de organizaciones de campesinos y campesinas, agricultores familiares, pescadores tradicionales, pueblos indígenas, pueblos sin tierra, trabajadores rurales, migrantes, pastores, comunidades forestales, mujeres, niños, juventud, consumidores, movimientos ecologistas, y urbanos, nos hemos reunido en el pueblo de Nyéléni en Selingue, Malí para fortalecer el movimiento global para la soberanía alimentaria. Lo estamos haciendo, ladrillo por ladrillo, viviendo en cabañas construidas a mano según la tradición local y comiendo alimentos siendo producidos y preparados por la comunidad de Selingue... Hemos dado a nuestro trabajo el nombre de "Nyéléni," como homenaje, inspirados en la legendaria campesina maliense que cultivó y alimento a su gente.

La mayoría de nosotros somos productores y productoras de alimentos y estamos dispuestos, somos capaces y tenemos la voluntad de alimentar a todos los pueblos del mundo. Nuestra herencia como productores de alimentos es fundamental para el futuro de la humanidad. Este es particularmente el caso de mujeres y pueblos indígenas que son creadores de conocimientos ancestrales sobre alimentos y agricultura, y que son sub-valorados. Pero esta herencia y esta capacidad para producir alimentos nutritivos, de calidad y en abundancia, se ven amenazadas y socavadas por el neoliberalismo y el capitalismo global. Frente a esto, la soberanía alimentaria nos aporta la esperanza y el poder para conservar, recuperar y desarrollar nuestro conocimiento y nuestra capacidad para producir alimentos.

La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica, y su derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo. Esto pone a aquellos que producen, distribuyen y consumen alimentos en el corazón de los sistemas y políticas alimentarias, por encima de las exigencias de los mercados y de las empresas. Defiende los intereses de, e incluye a, las futuras generaciones. Nos ofrece una estrategia para resistir y desmantelar el comercio libre y corporativo y el régimen alimentario actual, y para encauzar los sistemas alimentarios, agrícolas, pastoriles y de pesca para que pasen a estar gestionados por los productores y productoras locales. La soberanía alimentaria da prioridad a las economías locales y a los mercados locales y nacionales, y otorga el poder a los campesinos y a la agricultura familiar, la pesca artesanal y el pastoreo tradicional, y coloca la producción alimentaria, la distribución y el consumo sobre la base de la sostenibilidad medioambiental, social y económica. La soberanía alimentaria promueve el comercio transparente, que garantiza ingresos dignos para todos los pueblos, y los derechos de los consumidores para controlar su propia alimentación y nutrición. Garantiza que los derechos de acceso y gestión de nuestra tierra, de nuestros territorios, nuestras aguas, nuestras semillas, nuestro ganado y la biodiversidad, estén en manos de aquellos que producimos los alimentos. La soberanía alimentaría supone nuevas relaciones sociales libres de opresión y desigualdades entre los hombres y mujeres, pueblos, grupos raciales, clases sociales y generaciones.

En Nyéléni, gracias a los muchos debates y a la intensa interacción, estamos profundizando en nuestro concepto de soberanía alimentaria, y hemos intercambiado acerca de la realidad de las luchas de nuestros respectivos movimientos para conservar la autonomía y recuperar nuestro poder. Ahora entendemos mejor los instrumentos que necesitamos para crear un movimiento y promover nuestra visión colectiva.

¿En pos de qué luchamos?

Un mundo en el que...

...todos los pueblos, naciones y estados puedan decidir sus propios sistemas alimentarios y políticas que proporcionen a cada uno de nosotros y nosotras alimentos de calidad, adecuados, asequibles, nutritivos y culturalmente apropiados;

...se reconozcan y respeten los derechos y el papel de las mujeres en la producción de alimentos y la representación de las mujeres en todos los órganos de toma de decisiones;

...todos los pueblos de cada uno de nuestros países puedan vivir con dignidad de su trabajo, y puedan tener la oportunidad de vivir en sus lugares de origen;

...la soberanía alimentaria sea considerada un derecho humano básico, reconocido y respetado por las comunidades, los pueblos, los estados y las instituciones internacionales;

...podamos conservar y rehabilitar los entornos rurales, zonas pesqueras, los paisajes y los alimentos tradicionales, basándose en una gestión sostenible de la tierra, del suelo, el agua, las semillas, el ganado y biodiversidad;

...valoremos, reconozcamos y respetemos la diversidad de nuestro conocimiento, alimentación, lenguas y nuestras culturas tradicionales, y el modo en el que nos organizamos y nos expresamos;

...exista una verdadera reforma agraria integral que garantice a los campesinos plenos derechos sobre la tierra, defienda y recupere los territorios de los pueblos indígenas, garantice a las comunidades pesqueras el acceso y el control de las zonas de pesca y ecosistemas, que reconozca el acceso y el control de las tierras y las rutas de migración de pastoreo, garantice empleos dignos con sueldos justos y derechos laborales para todos los trabajadores, y un futuro para los jóvenes del campo;

…donde las reformas agrarias revitalicen la interdependencia entre productores y consumidores, garanticen la supervivencia de la comunidad, la justicia económica y social, la sostenibilidad ecológica y el respeto por la autonomía local y la gobernanza con igualdad de derechos para las mujeres y los hombres;

...donde se garantice el derecho a los territorios y a la autodeterminación de nuestros pueblos;

...compartamos nuestros territorios en paz y de manera justa entre nuestros pueblos, ya seamos campesinos, comunidades indígenas, pescadores artesanales, pastores nómadas u otros;

...si se viven catástrofes naturales y provocadas por las personas, y situaciones posteriores a los conflictos, la soberanía alimentaria actúe como una auténtica garantía que fortalezca los esfuerzos de recuperación local y mitigue el impacto negativo. En el que se tenga presente que las comunidades afectadas desamparados no son incapaces, y donde una sólida organización local para la recuperación por medios propios constituya la clave para la recuperación;

...se defienda el poder de los pueblos para decidir sobre sus herencias materiales, naturales y espirituales.

¿Contra qué luchamos?

- El imperialismo, el neoliberalismo, el neocolonialismo y el patriarcado, y todo sistema que empobrece la vida, los recursos, los ecosistemas y los agentes que los promueven, como las instituciones financieras internacionales, la Organización Mundial del Comercio, los acuerdos de libre comercio, las corporaciones multinacionales y los gobiernos que perjudican a sus pueblos;

- El dumping de alimentos a precios por debajo de su costo de producción en la economía global;

- El control de nuestros alimentos y de nuestros sistemas agrícolas en manos de compañías que anteponen las ganancias a las personas, la salud y el medioambiente;

- Tecnologías y prácticas que erosionan nuestra capacidad de producción alimentaria en el futuro, dañan el medioambiente y ponen en peligro nuestra salud. Éstas incluyen los cultivos y animales transgénicos, tecnología terminator, acuacultura industrial y prácticas pesqueras destructivas, la llamada "Revolución blanca" de las prácticas industriales en el sector lácteo, las llamadas "Nueva y vieja Revoluciones Verdes", y los "Desiertos Verdes" de los monocultivos de biocombustibles industriales y otras plantaciones;

- La privatización y la mercantilización de los alimentos, servicios básicos públicos, conocimientos, tierras, aguas, semillas, ganado y nuestro patrimonio natural;

- Proyectos / modelos de desarrollo e industrias de extracción que desplazan a los pueblos y que destruyen nuestro medioambiente y nuestra herencia natural;

- Guerras, conflictos, ocupaciones, bloqueos económicos, hambrunas, desplazamientos forzados y confiscación de sus tierras, y todas las fuerzas y gobiernos que los provocan y los apoyan; y los programas de reconstrucción tras un conflicto o catástrofe que destruyen nuestro medioambiente y capacidades;

- La criminalización de todos aquellos que luchan por proteger y defender nuestros derechos;

- La ayuda alimentaria que encubre el dumping, introduce OGMs en los entornos locales y los sistemas alimentarios y crea nuevos patrones de colonialismo;

- La internacionalización y la globalización de los valores paternalistas y patriarcales que marginan a las mujeres y a las diversas comunidades agrícolas, indígenas, pastoriles y pesqueras en el mundo;

¿Qué podemos hacer y haremos al respecto?

De la misma manera en la que estamos trabajando con la comunidad de Selingue para crear un espacio de encuentro en Nyéléni, nos comprometemos a construir nuestro movimiento colectivo para la soberanía alimentaria, forjando alianzas, apoyando nuestras diferentes luchas y haciendo que nuestra solidaridad, fuerza y creatividad lleguen a los pueblos de todo el mundo que tienen un compromiso con la soberanía alimentaria. Cada lucha por la soberanía alimentaria, independientemente de en qué lugar del mundo se libre, es nuestra lucha.

Hemos acordado una serie de acciones colectivas para compartir nuestra visión de la soberanía alimentaria con todos los pueblos del mundo, que están detalladas en nuestro documento de síntesis. Llevaremos a cabo estas acciones en cada una de nuestras respectivas áreas locales y regiones, en nuestros propios movimientos y conjuntamente en solidaridad con otros movimientos. Compartiremos nuestra visión y nuestra agenda de acción para la soberanía alimentaria con aquellos que no hayan podido estar con nosotros en Nyéléni, para que el espíritu de Nyéléni se disemine en todo el mundo y se convierta en una poderosa fuerza que haga de la soberanía alimentaria una realidad para los pueblos de todo el mundo.

Por último, damos nuestro apoyo incondicional y absoluto a los movimientos campesinos de Malí y a ROPPA en su lucha para que la soberanía alimentaria se convierta en una realidad en Malí y por extensión en toda África.

¡Es hora de la soberanía alimentaria!

Nyéléni, Selingue, Malí, del 23 al 27 de febrero de 2007


 

Mujeres en el Forum Mundial por la Soberanía Alimentaria


Sélingué, una pequeña villa maliense cerca de la frontera con Guinea, está hospedando al Nyelini 2007 - Forum Mundial por la Soberanía Alimentaria.
La reunión fue organizada por Vía Campesina, World March of Women, Amigos de la Tierra y otras organizaciones. El evento está teniendo lugar en Malí, uno de los países más pobres de África, donde se discute la agricultura y el alimento en el contexto rural, para crear consenso de propuestas y métodos prácticos para conseguir la soberanía alimentaria.

Paul Nicholson, de Vía Campesina, explicó durante la apertura que el evento tiene tres objetivos principales: discutir cómo la reunión de grupos diferentes en Sélingué define la soberanía del alimento; fortalecer alianzas y crear el diálogo sobre el asunto entre sectores y países diferentes; y construir estrategias comunes para la acción en gran escala de las organizaciones actuales. Nicholson destacó que éste no es un forum social típico sino que tiene una metodología diferente: los delegados fueron específicamente invitados a participar y tienen objetivos y estrategias de largo plazo específicos. Los delegados se enfocarán sobre siete temas centrales (por ejemplo, comercio internacional y mercados locales, tecnología, acceso al recurso natural, modelos de producción). La agenda para la acción y la declaración final será aprobada por los sectores diferentes que participan del Forum: hacendados, pescadores, agricultores, consumidores y pueblos indígenas.

El día que precedió al comienzo del forum, una reunión de mujeres organizada por la World March of Women fue realizada en el mismo lugar. El encuentro tuvo dos objetivos específicos: discutir opiniones de las mujeres sobre la soberanía del alimento y hacer contribuciones comunes al forum. Las mujeres realizaron un homenaje a la legendaria Nyelini, una campesina de Malí que luchó para autoafirmarse como mujer en un ambiente desfavorable, como el campo.

Los delegados de Corea, de Malí, de Suazilandia, de Filipinas, de Francia y de muchos otros países culparon al capitalismo por las violaciones de los derechos de las mujeres.

Para Miriam Nobre, de World March of Women, las "mujeres son responsables de abastecer el agua, el alimento y el fuego en casa. Ellas tienen una serie de trabajos invisibles que se hicieron todavía más difíciles por causa del capitalismo."

Fuente: Vía Campesina


 

Alertan en foro alimentario sobre la crisis humanitaria por la migración

Selingue, Mali, 24 de febrero. El presidente de Mali, Amadou Toumani Touré, inauguró este sábado el Foro Mundial para la Soberanía Alimentaria Nyeleni 2007. La reunión comenzó oficialmente ayer viernes pero el mandatario llegó hoy. No importa, en este país pasa lo que pasa y no lo que se programa que suceda.

Vijai Jawandhia, delegado de la India, lo recibió con un collar elaborado con algodón, uno de los principales productos agrícolas de ambos países. "En nombre de los productores de algodón de la India -le dijo solemne- le entrego este collar contra el algodón subsidiado de Estados Unidos."

La mesa de honor fue rodeada por un círculo en el suelo elaborado con hojas de mango recién cortadas. La mesa de honor fue adornada con una sencilla ofrenda: cuencos elaborados con guajes locales que en su interior contienen semillas de maíz de los más diversos colores y procedencias, de frijol y de arroz, y, a sus lados, papas.

Atrás del jefe del Ejecutivo se colocaron casi 30 representantes de organizaciones de pastores, campesinos y de pescadores provenientes de los más distantes rincones del planeta. La mayoría de ellos vestidos con sus trajes típicos. A todos saludó de mano al llegar al encuentro.

La presencia del presidente es un indicador de la importancia que da a la reunión. No hay allí financiadoras ni funcionarios gubernamentales de otras naciones. Se trata pues, de un gesto, nada despreciable. Más aún, cuando el mismo señor Toumani habló de recoger la mano que le daban los altermundistas presentes, sumándose a la lucha por la soberanía alimentaria.

En alusión a las palabras de José Bové, que habló sobre la migración de Malí en Francia, el mandatario recordó cómo Europa fue, durante siglos, un país que lanzó migrantes por todo el mundo. Estamos en contra de la migración salvaje, humillante -afirmó; estamos en contra del tráfico inhumano de hombres y mujeres, pero la inmigración es una oportunidad. Malí, dijo, tiene 4 millones de habitantes en el extranjero. El dinero que mandan es superior a lo que el país recibe por concepto de ayuda al desarrollo. Recibirlo no nos da vergüenza.

Explicó a los asistentes su proyecto sobre la migración, diferente al de la Unión Europea que desea frenarla a toda costa. Habló de formar la Casa de Malí en el Extranjero, no para evitar que sus ciudadanos partan a otras tierras a buscar empleo, sino para promover que tomen la decisión adecuada: que se queden o se vayan.

Al concluir la inauguración, los representes de los pueblos originarios presentes le solicitaron que Malí apoyara la Declaración sobre Derechos de los Pueblos Indígenas de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Le pidieron, también, que firmara personalmente su petición. La mayoría de los países africanos han tomado distancia del documento, por lo que de aceptarse la solicitud, habría un vuelco en esa dirección.

¿La esclavitud del siglo XXI?

Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) más de 200 millones de migrantes en el mundo viven en sus países de destino en pésimas condiciones. Este éxodo hacia los países industrializados del norte para buscar una vida mejor, deja a su paso una cauda de sufrimiento y dolor: familias dividas, desintegración familiar, comunidades rurales habitadas por mujeres niños y ancianos.

"Los Estados no tienen propuestas ni interés en solucionar la migración", asegura Carlos Marentes, organizador de trabajadores indocumentados en Estados Unidos.

"Hay una crisis humanitaria alrededor de la migración. Allí están los miles de indocumentados muertos en la frontera entre México y Estados Unidos y quienes fallecen tratando de llegar a Europa", puntualiza Eric Nicholson, representante de la Unión de Trabajadores Agrícolas de America. Y añade: "No se puede parar la migración. Sólo la derecha quiere detenerla. Nuestros miembros quieren traer a sus familias."

"Nadie migra para sufrir sino para tener mejor vida", dice el representante de los kuna de Panamá al foro. Sin embargo, el resultado final puede terminar siendo distinto. "Hay -afirma- un nuevo tipo de esclavitud, la esclavitud del siglo XXI. La migración puede ser parte de ella."

Sin embargo, ese escepticismo no es compartido por las mujeres de Africa Occidental presentes en la reunión. En muchas de sus comunidades los jóvenes sólo piensan en emigrar a Europa, cuentan. Sus familias no lo ven mal, a pesar de los peligros que acarrea: las remesas permiten a quienes se quedan una vida mejor que la que tienen aquellos en la que no hay parientes trabajando en el extranjero.

¿Qué deben hacer las organizaciones campesinas y de pequeños agricultores del Norte y del Sur frente a la migración? Imposible ignorarla. Es en el campo donde tiene su origen, es el campo uno de sus destinos originales. ¿Qué actitud tener ante los programas temporales de empleo promovidos por los estados? ¿Apoyarlos o rechazarlos? ¿Qué hacer ante las demandas de legalización de los indocumentados?

Los programas de empleo temporal en países como Canadá legalizan una ciudadanía de segunda clase. Esto lo asegura Marta Robbins. No es migrante sino funcionaria de la Unión Nacional de Granjeros de Canadá (NFU, por sus siglas en inglés). A los trabajadores migrantes -dice- se les reconocen mucho menos derechos que a los ciudadanos de esos países. Por ejemplo, sólo pueden permanecer en ese país por un periodo máximo de ocho meses. Al terminar su contrato deben salir.

El Programa de Trabajadores Temporales canadiense, en el que participan jornaleros mexicanos y del Caribe, ha sido presentado por el gobierno de ese país como un ejemplo mundial de lo que debe ser este tipo de convenios de colaboración para regular la contratación de migrantes. Marta niega que la experiencia sea ejemplar. "No es ningún modelo", puntualiza en la mesa de trabajo sobre este tema.

El tamaulipeco Tirso Moreno, organizador de trabajadores agrícolas en Florida, Estados Unidos, coincide con ella. Los trabajadores temporales que en la tierra del Tío Sam regulan su estadía por el programa H2A, no tienen los mismos derechos que ya tiene el movimiento laboral, asegura Tirso. Su presencia repercute en los trabajadores locales, que ven disminuidas sus prestaciones. Además, añade, los trabajadores temporales no pueden cambiar de empleador, aunque los trate mal, y no pueden acogerse a los beneficios de la legalización. Por eso muchos prefieren quedarse como indocumentados.

Otra es la perspectiva del representante de los pequeños agricultores de España presente en la reunión. Explica cómo ellos han optado por contratar temporalmente a los trabajadores agrícolas que sus socios requieren en sus explotaciones en sus lugares de origen. "Es complejo -añade- pero llevamos 10 años haciéndolo. La mayoría de nuestros representados tienen trabajo en sus granjas para unos cuantos días, no para seis meses. Comenzamos con la pizca de la fresa y terminamos con la de la uva. Buscamos que sus actividades se escalonen. Por supuesto, nuestras explotaciones pueden convertirse en un lugar de paso. No queremos incentivar a que vengan a gente que no tenga trabajo. Nos topamos con que los trabajadores tienen una enorme desinformación de su situación legal".

Patrick Herman, uno de los delegados franceses, difiere del español. Los países ricos, explica, no pueden prescindir de la migración. No sólo porque esa mano de obra se necesita para mantener funcionando la economía sino porque su vulnerabilidad presiona para que los salarios de los trabajadores bajen. Es una ficción, afirma, que la economía sumergida en la que laboran los migrantes y la formal estén separadas. Por el contrario, ambas están estrechamente vinculadas.

Más radical aún, una representante de un colectivo catalán que trabaja con indocumentado, sostiene que ningún ser humano es ilegal. "No queremos que todo mundo tenga papeles. Queremos -dice- que los papeles sean innecesarios, que no se separe a la gente entre quienes tienen papeles y quienes no los tienen."

La migración pues, es hoy uno de los grandes temas que cruzan la agenda de organizaciones sociales alternativas y de gobiernos, la economía y la política de regiones enteras. Ha cambiado el rostro del planeta. No hay forma de darle la vuelta, como lo recuerda el foro de Sélingué.


 

Los biocombustibles van desplazando a la producción de alimentos, alertan en Malí

Selingue, Mali, 25 de febrero. En los pequeños restoranes de Sélingué, como sucede en las comunidades remotas de México y en sus barrios populares, se sirve Nescafé y leche en polvo Nido. No importa que la ganadería local produzca leche y que en Malí se coseche café.

El arroz es uno de los principales alimentos nacionales, junto con el mijo. Se come hervido y mezclado con una salsa de tomate ligeramente picante a mediodía. En ocasiones se le añade un poco de carne, pescado o pollo. El grano se cultiva en los márgenes del río Níger, pero también se importa, a menor precio, de Tailandia.

La presencia de Nestlé, la trasnacional con base en suiza que labora el Nescafé y la leche Nido, ha provocado algunos escándalos en Africa. En una región en la que es difícil encontrar agua potable, nutrir a bebés recién nacidos con leche en polvo, en lugar de leche materna con anticuerpos, provocó muchas muertes infantiles. En Europa, Canadá y Estados Unidos se organizó un gran y efectivo boicot contra la compañía, uno de los primeros en su tipo, embrión de lo que hoy es el movimiento altermundista.

Un escándalo más fue el denunciado por José Bové en el Foro Mundial para la Soberanía Alimentaria. Como una muestra de cómo las grandes trasnacionales fijan la agenda de la Unión Europea en contra de países que no pertenecen a ella explicó que, a petición de Nestlé, recientemente decidió modificar la fórmula de elaboración reconocida para producir el chocolate, reduciendo el contenido de cacao para agregarle aceites vegetales. Como resultado de ello Senegal, uno de los países más pobres del mundo, ha reducido las exportaciones de este producto, vital para su economía, en 25 por ciento.

Pero lo que sucede en la mesa de los restoranes malienses, y en la de sus hogares, no es una excepción sino la regla. Las decenas de testimonios de casi todo el mundo presentados en el foro pintan un panorama desolador. Las exportaciones masivas de alimentos y fibras subsidiados en los países del norte, la acción de las trasnacionales agropecuarias, el modelo de agricultura industrializada están destruyendo tanto las agriculturas de los países más pobres como a los agricultores familiares de las naciones ricas.

En el mismo Senegal, denunció una de las delegadas de ese país al foro, las donaciones masivas de leche en polvo para combatir el hambre han devastado la ganadería local. Estos programas están, además, inundando la región de comida transgénica.

Es por ello que Joao Pedro Stedilé, el dirigente del Movimiento sin Tierra de Brasil, explica en la reunión que la comida no debe ser una mercancía más, sino un derecho de todas las personas, como lo debe ser, también, el agua, "que no debe ser propiedad de nadie". Según su perspectiva, el comercio agrícola no debe basarse en la lógica de la ganancia sino en las necesidades de los pueblos. Es necesario, asegura, valorar los cultivos locales y consumir lo que se produce localmente.

La Organización Mundial del Comercio (OMC) no tiene razón alguna para legislar sobre la producción de alimentos ya que, afirma, no representa los intereses del pueblo. Por ello, dice, "no es suficiente señalar que la agricultura debe salir de la OMC, sino hay que luchar contra ella".

El nuevo fantasma agrícola

Un nuevo fantasma recorre los campos y mercados agrícolas: el fantasma de los bioenergéticos. En distintas regiones del mundo se dedican cada vez más extensiones de terreno que antes se destinaban al cultivo de alimentos para producir materia prima para fabricar combustibles biológicos. En parte, por ello el precio del maíz y de la tortilla se elevó dramáticamente a comienzos de este año.

La delegada de la Confederación de Campesinos del Perú al foro emitió la señal de alarma: "los biocombustibles están desplazando la producción de alimentos."

Silvia Ribeiro, del grupo ETC, explica cómo es que esta ola productiva está asociando a grandes gigantes económicos: las industrias del petróleo, automotriz, de producción de semillas, de producción y comercialización de cereales. Irónicamente, en nombre de la defensa del medio ambiente, la nueva industria va a desplazar más a campesinos de sus tierras, va a estimular la siembra de monocultivos, el uso de fertilizantes elaborados con base en el petróleo y va a propiciar mayor deforestación.

La preocupación por el medio ambiente tiene en este caso el signo de dólares. Eric Holt-Giménez, director ejecutivo de Food First, un instituto especializado en temas rurales establecido en California, Estados Unidos, denunció cómo la British Petroleum donó a la Universidad de California y a la Illinois 500 mil millones de dólares para realizar investigaciones sobre bioenergéticos. ¿Por qué los hace esta petrolera? Porque necesita posicionarse frente al boom. Requiere llevar la delantera en la investigación. Esta compitiendo con otros titanes.

Joao Pedro Stedile matiza esta posición. Según él, hay que analizar la problemática de los nuevos combustibles; debe ser cuidadosamente analizada, y no puede ser vista al margen de un cambio en la matriz energética mundial. "El capital quiere sacar los alimentos de los pueblos para ponerlos en las burguesías del norte. Tenemos que luchar contra esto desde la raíz. El mundo tiene que cambiar su matriz energética de transporte. Debemos oponernos al transporte individual y luchar por el transporte colectivo", indicó

Su organización, los Sin Tierra, se opone a la siembra de grandes extensiones de monocultivos propios de las grandes plantaciones que abastecen las plantas que fabrican el biocombustible, pero están de acuerdo con producirlo en pequeñas explotaciones para abaratar el costo de los carburantes con los que funciona los tractores y la maquinaria agrícola.

Transgénicos

Sobre la ola de los bioenergéticos se han montado los grandes consorcios que producen semillas transgénicas y sus apologistas. Su tecnología, aseguran, servirá no sólo para resolver los problemas de hambre en el mundo, sino para solucionar la crisis del petróleo.

El asunto de los organismos genéticamente modificados (OGM) ha sido permanentemente discutido en el foro ¿Cuál es la relación entre la producción transgénica y la soberanía alimentaria? ¿Puede existir ésta sin aquella? El asunto es medular. Dirigentes campesinos como el francés José Bové, el vasco Paul Nicholson y cientos de campesinos indios han participado en acciones directas destruyendo campos de producción de semillas modificadas genéticamente en varios países, y enfrentan procesos judiciales por ello.

Para algunos, las semillas frankestein refuerzan la dependencia de los países más pobres a las grandes empresas trasnacionales que controlan su fabricación. Expropian a los campesinos las simientes con las que han trabajo durante centenares de generaciones, al tiempo que acaban con la diversidad genética existente. No hay pues, desde su lógica, compatibilidad alguna posible entre organismos genéticamente modificados y control soberano de la agricultura.

Unos cuantos, en cambio, sostienen lo contrario. Según ellos, no es posible que, manteniendo vigentes los principios de precaución necesarios, se busque el mejoramiento de la producción local haciendo uso de todos los recursos tecnológicos posibles. Más aun cuando el hambre realmente existente obliga a hacer más productivas las cosechas. Y entre esos recursos tecnológicos se encuentran los OGM. Esa es la posición personal, según aclaró el ministro de Agricultura de Malí.

Quienes objetan el uso de transgénicos argumentan que es falso que incrementen la producción, que reduzcan el uso de agroquímicos y que el problema del hambre en el mundo no es de falta de alimentos, sino que es resultado de la desigualdad en los ingresos. En el mundo sobra comida, lo que no hay, dicen, es justicia social para garantizar que todos tengan acceso a ellos. Además, insisten, están uniformando peligrosamente la variedad genética de los granos y dañando los saberes campesinos. Por ello, en lugar de nombrarlos OGM, dice el delegado indígena mexicano Aldo González, habría que llamarlos Organismos Genéticamente Transformados, o sea OGT, porque eso es lo que son, organismos ojetes.


 

Plantean en Malí promoción de políticas públicas para fomentar la agricultura

La máquina que emite las visas de entrada a Malí en el aeropuerto de Bamako se estropeó. No pudo ser reparada durante toda la noche del 21 de febrero y parte de la mañana del día siguiente. Es la única que existe. Quienes desean entrar al país por vía aérea deben esperar largas horas para obtener visas provisionales elaboradas a mano o, peor aún, quedarse sin su pasaporte.

Esta fragilidad de la infraestructura de una de las naciones más pobres del planeta es un asunto delicado. Pero el control de sus fronteras no es un hecho aislado. Abarca toda su economía, la agricultura incluida. Puede ser, también, sin forzar demasiado la realidad, una metáfora de la situación en la que se encuentra la economía campesina en todo el mundo. Tema que durante estos días se discute en este país.

Amarga dulzura, por todo el planeta la agricultura campesina es zona de desastre. También de esperanza, aseguran algunos optimistas. Algo similar sucede con la pesca en pequeña escala. Los casi 600 delegados de 98 países que asisten al Foro Mundial por la Soberanía Alimentaria en Sélingué, en Malí, comparten el diagnóstico.

La mano invisible que permite que el precio de la cosecha del pequeño agricultor en Africa Occidental sea fijado en las bolsas de Londres, Chicago o Nueva York, sin posibilidad alguna de que el productor se defienda, provoca cada año la ruina y la migración de comunidades rurales enteras. Como señaló Vijai Jawandhia, delegado de la India al Foro, el viejo colonialismo del que estas naciones se deshicieron a través de las luchas de liberación nacional ha sido sustituido por nuevas formas de dominación.

Casi no hay actividad agrícola o ganadera en pequeña escala que escape a la dinámica perversa de tenerse que enfrentar a las exportaciones masivas de alimentos y oleaginosas altamente subsidiados producidos en países del primer mundo, sin contar con las protecciones comerciales suficientes dentro de sus países. La presión de los organismos financieros multilaterales como el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha obligado a sus gobiernos nacionales a privatizar las empresas estatales que defendían la producción campesina y a desregular sus economías hasta hacer muy difícil cualquier protección seria de sus agriculturas y sus campesinos.

Por si esto fuera poco, los pequeños productores rurales enfrentan además la arremetida de las empresas trasnacionales del sector que controlan las semillas, los agroquímicos y la comercialización de las materias primas. Las gorras que los campesinos y trabajadores rurales usan para protegerse del sol, con los logotipos de estas compañías estampados en ellas, son el símbolo más evidente de esta nueva dominación.

El mexicano Alberto Gómez, integrante de la coordinación de Vía Campesina, lo explicaba ayer en una conferencia de prensa en Sélingué: hay que enfrentar la agricultura exportadora e industrializadora de las grandes empresas trasnacionales. "Para conseguir la soberanía alimentaria -aseguró- es fundamental la promoción de políticas públicas que fomenten la agricultura campesina y familiar y luchen contra la exclusión."

Una dificultad compartida

Probablemente el anuncio comercial que más fácilmente puede verse en las calles de Bamako es el de Western Union, la empresa a través de la cual centenares de miles de migrantes malienses envían remesas a sus familias desde Francia, la antigua potencia colonial de la que se independizaron políticamente, pero a la que deben viajar para buscar empleo. También se dirigen a España, la puerta de entrada a Europa.

Malí es un país expulsor neto de mano de obra. Sus habitantes buscan empleo lo mismo en la vecina Costa de Marfil o en las calles de París. Los letreros de Western Union son el indicador de una grave crisis: la agricultura local se debate literalmente entre la vida y la muerte. Esa agonía es la culpable del moderno éxodo.

Pero, como sucede en tantos países rurales, el campo se sigue reproduciendo dentro de la ciudad. En Bamako, la capital del país, miles de chivos y sus pasturas comparten las calles con las nubes de motocicletas en las sus habitantes se trasladan. Los pequeños establos de traspatio proliferan junto a los vendedores, ataviados muchos con camisetas del equipo de futbol de Barcelona (en lo que es un eco del éxito de sus deportistas), y pequeños negocios.

Las mercaderías chinas de bajos precios han inundado los mercados locales, y junto con el capital libio, juegan un papel cada vez más importante en la economía. Las elites militares, políticas y económicas, educadas en parte en la antigua Unión Soviética no miran necesariamente hacia Estados Unidos ni a las "enseñanzas" de los chicos de Chicago, y, en cambio, padecen las consecuencias de las políticas de ajuste y estabilización. No es pues en balde que hayan decidido arropar el Foro Mundial por la Soberanía Alimentaria. La exigencia de poder controlar su producción de alimentos tiene sentido pleno en el impulso a un modelo diferente de desarrollo.

El arranque del debate

Cuando a los jóvenes rurales de Malí se les pregunta a qué se dedican, responden que son desempleados. No importa que se dediquen siete u ocho meses al año a tareas agrícolas. Como no reciben ingresos monetarios por su actividad, creen que no tienen trabajo. Quien cuenta la anécdota es Seydou Traore, Ministro de Agricultura de ese país. Es su respuesta a los cuestionamientos hechos por la Coordinación de Organizaciones Campesinas y de Productores Agrícolas de Africa Occidental (ROPPA, por sus siglas en inglés), sobre la situación de la agricultura en la ciudad de Bamako.

Cuestionado sobre la elaboración de una Carta Magna regional sobre la soberanía alimentaria, la definición de una política comercial para garantizarla y la forma de enfrentar los subsidios a la agricultura en los países desarrollados, el ministro respondió explicando la Ley de Orientación Agrícola, aprobada el 5 de septiembre de 2006, que eleva a rango constitucional la soberanía alimentaria.

De acuerdo con el ministro, la ley fue elaborada en un largo proceso de consultas con las organizaciones campesinas. En ella se reivindica la necesaria armonía entre el campo y la ciudad, y el hacer de la agricultura un oficio remunerado, para que, entre otras cosas, esos jóvenes no se queden fuera del mercado laboral. Se trata de garantizar a quienes viven del campo un ingreso digno. El eje de la soberanía debe ser la modernización de las explotaciones campesinas familiares. Malí invierte ya, cosa rara en estos tiempos, entre 12 y 15 por ciento de su presupuesto en actividades agrícolas y ganaderas. El ministro postula, además, no aceptar el que países desarrollados se den a sí mismos el papel de regentear el comercio mundial. No es poca cosa en un país que, aceleradamente, se está convirtiendo en un mercado donde aterrizan cada vez más productos agrícolas de importación.

Cuestionado por los asistentes sobre cómo enfrentar los subsidios a los productores en los países ricos, respondió que eso era imposible. "Los consumidores de esas naciones -dijo- quieren productos de calidad. Esos subsidios se los garantizan. Sus gobiernos no van a enfrentarse con esa realidad. Lo que nos corresponde es regular nuestra agricultura."

También el día de hoy, previo a la inauguración formal del acto pero a casi 150 kilómetros de distancia, se realizó en Sélingué un encuentro de mujeres, coordinado por la Marcha Mundial de Mujeres. Aicha Sisse, coordinadora de la marcha y secretaria de la CAFO, agrupación de organizaciones feministas de Malí, llamó a articular la lucha por la defensa de los recursos naturales (semillas, agua, tierra) en la perspectiva de que sean considerados patrimonio de la humanidad.

Durante el debate en Bamako, el ministro Traore insistió en que había que abrir la puerta al futuro para la sociedad rural. Varios de los asistentes al debate lo cuestionaron: ¿cuál futuro? ¿cuál modernidad? ¿cuál modernización? ¿Acaso ese futuro no está dentro de la misma comunidad rural? Eso es, precisamente lo que estará a discusión hasta el 27 de febrero en Sélingué.


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